CALIDAD DE VIDA

En primer lugar, la vida normal de los enfermos ya se ve alterada por la misma presencia del dolor.

Es muy común que los pacientes de artritis reumatoide restrinjan sus actividades normales de la vida diaria, porque la realización de estas desencadenan la aparición o agravamiento del dolor.

Esto puede a su vez suponer un deterioro de las expectativas normales del enfermo con AR, que ya no puede desempeñar o llevar a cabo algunas actividades que realizó con toda normalidad hasta el momento de la irrupción de la enfermedad, pudiendo ello inducirle a problemas de tipo psicológica como ansiedad, depresión o peor tolerancia a las situaciones de estrés, y sentimientos de frustración y aislamiento, por ejemplo, pensar “que no es útil para los demás ni para sí mismo”.

Esta actitud negativa, unida a la capacidad física reducida ya las posibles alteraciones psicológicas, puede llevar a veces a un deterioro en las relaciones familiares y sociales, lo que puede suponer una grave alteración de sus relaciones.